Administradores de pesquerías contemplan nuevas maneras de manejar el Caribe estadounidense
El público tiene la oportunidad de opinar sobre los planes para las normas de pesca y la protección de los corales
Los seres humanos tal vez se sienten atraídos por los coloridos corales caribeños debido a su belleza, pero los animales marinos ven mucho más: lugares para construir hogares, reproducirse y alimentarse.
Los arrecifes de coral son ecosistemas especiales interdependientes y complejos con una amplia variedad de vida marina a su alrededor. Por ejemplo, el pez loro se alimenta de algas que crecen en los corales y, de no ser controladas, asfixiarían los arrecifes. También despejan el camino para el crecimiento de nuevos corales al masticar pequeños pedacitos de esqueleto de coral, que luego excretan en forma de arena. Un pez loro puede crear hasta 200 libras de arena por año.
Esta complejidad hace razonable tener en cuenta a todo el ecosistema, en lugar de solo una especie a la vez, al momento de establecer normas.
Esta consideración más amplia es el punto focal de los planes que está contemplando el Consejo de Administración Pesquera del Caribe para mejorar el manejo de los recursos marinos en las aguas federales del Caribe estadounidense. Los nuevos planes de manejo de pesquerías por isla establecerían normas para Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE. UU. adaptadas a la biodiversidad, la cultura y otras características de la pesquería de cada lugar. Esto ayudaría a asegurar la captura sostenible de algunas especies de mayor consumo.
El público puede informarse más y aportar sugerencias sobre los planes en las vistas públicas que se realizarán a principios de Abril 1-4 en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de EE. UU.
Actualmente, el consejo establece la mayoría de sus normas de pesca tratando a Puerto Rico y a las Islas Vírgenes de EE. UU. como una sola unidad. Pero esto no tiene en cuenta la variedad de ecosistemas ni las diferencias culturales de cada comunidad.
Por ejemplo, quienes visitan las Islas Vírgenes de EE. UU. pueden comer carrucho y pez loro frito con tortillas de harina de maíz en Santa Cruz. En Santo Tomás, se puede comer peje puerco, también conocido como esposa vieja por su piel áspera con la cual, en el pasado, la gente solía limpiar sartenes y cacerolas. Y si visitan Puerto Rico, verán que los pescadores de la costa oeste de la isla pescan pargos de aguas profundas que rara vez son capturados en las Islas Vírgenes.
Se trata de tres islas situadas una cerca de la otra, pero cada una con una cultura de productos marinos diferente. Para mantener la sostenibilidad de la pesca de una especie en particular, es posible que los planes exijan diferentes límites de captura para esa especie entre las diferentes islas. Un plan podría establecer un límite de captura más alto en lugares donde ese pez sea el más abundante o el más importante para la comunidad.
Y ese es solo un ejemplo del valor de manejar las pesquerías según el ecosistema marino, así como los hábitos, la cultura y las preferencias de productos marinos de la población de cada lugar.
Entre otros factores, los planes tendrían en cuenta los desembarcos de pesca de los pescadores y la demanda local de cada especie. También considerarían las influencias naturales y humanas y las diferentes presiones que cada una de ellas ejerce sobre los ecosistemas.
The Pew Charitable Trusts espera que los planes prioricen la protección del hábitat de desove de los peces. Algunas especies regresan a los mismos lugares para desovar durante generaciones, por lo que la protección de estos lugares especiales aumenta la salud de las poblaciones de peces y mejora las posibilidades de recuperación de las especies que han disminuido significativamente. En algunos lugares donde la pesca está prohibida durante las temporadas de desove, los peces han crecido en tamaño y cantidades, y sus poblaciones se han expandido a un área más amplia, lo cual ayuda a reponer las zonas de pesca cercanas. Los peces que se encuentran en lugares donde la pesca se ha interrumpido temporalmente producen una mayor cantidad de huevos que los que se encuentran en otras zonas. La abundancia de peces atrae a otras especies, por lo que las redes tróficas se fortalecen.
Los planes de manejo de pesquerías por isla también deberían incluir medidas preventivas que promuevan la captura sostenible de algunas especies que no están reguladas, como el dorado (mahi-mahi), uno de los pescados más consumidos en el Caribe. En Santa Cruz, es el tercer pez más capturado, y en Puerto Rico, donde la captura es la más alta, es el sexto objetivo más popular en el sector comercial y el número uno para los pescadores recreativos.
Si se adoptaran los nuevos planes, probablemente mantendrían algunas normas actuales, como los límites de captura de peces loros en todo el Caribe estadounidense. También es posible que permanezca la prohibición de capturar todas las especies de coral bajo jurisdicción federal o de participar en actividades que puedan dañar a los corales, como el anclaje o el uso de ciertos tipos de equipos de pesca.
El consejo de pesca tendrá en cuenta los resultados de las vistas públicas antes de votar sobre los planes a final de Abril.
Si el consejo adopta los planes, marcará un paso importante hacia un enfoque más integral del manejo de pesquerías, que será mejor para los ecosistemas marinos y para las personas que dependen de ellos.
Yasmin Velez-Sanchez es administradora del trabajo de conservación de los océanos del Caribe estadounidense de The Pew Charitable Trusts. Por su parte, Holly Binns es directora de los esfuerzos de Pew de proteger la vida oceánica en el Golfo de México, el Atlántico Sur de los Estados Unidos y el Caribe estadounidense.