La protección del altamar podría ayudar a revertir la pérdida de la biodiversidad
En el Día Mundial de los Océanos, el fundamento para celebrar un tratado con las Naciones Unidas es más fuerte que nunca
En el año 2018, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos, el organismo hizo un llamado a la Humanidad para que reconociera tanto los beneficios y los recursos que los océanos nos brindan como nuestra obligación individual y colectiva de administrarlos de manera sostenible.
La necesidad de que todos acudamos ante ese llamado nunca fue tan grande. El mes pasado, otro organismo de las Naciones Unidas publicó un informe acerca del estado global de la naturaleza, en el que se traza un panorama sombrío en cuanto a la degradación del hábitat y a la pérdida de especies. Las flotas de pesca industrial están activas en más de la mitad del área oceánica, y más de un tercio de las poblaciones de peces está sobreexplotado. Casi la mitad de las especies de tiburones y otras especies relacionadas evaluadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) están en amenaza de extinción o cerca de tal clasificación, al igual que más de un tercio de los mamíferos marinos. Sin embargo, la sobreexplotación pesquera no es la única amenaza para el medioambiente marino: el impacto acumulativo de la destrucción del hábitat; la contaminación; el ruido proveniente de la exploración de minerales, gas y petróleo; el transporte, y demás actividades humanas afecta actualmente al 66 % de los océanos.
Pero no todas son malas noticias. Durante la última década, los países han creado áreas marinas protegidas (AMP) en sus aguas, o bien se han movilizado para establecerlas, y esto encamina a la comunidad global para honrar el compromiso de proteger el 10 % de las aguas marinas hacia el año 2020, pacto acordado en el Convenio sobre la Diversidad Biológica. Se ha demostrado en estudios que áreas marinas protegidas eficaces y bien administradas preservan la salud del ecosistema y ayudan a resguardar y a recuperar poblaciones de especies. Ahora, en respuesta a dichos estudios y a investigaciones más recientes, algunos Gobiernos respaldan la iniciativa de proteger al menos el 30 % de los océanos hacia 2030. El país que más recientemente se sumó a esta iniciativa mancomunada es Bélgica.
Sin embargo, no existe ningún mecanismo legal para crear AMP en altamar, que se encuentra más allá de la jurisdicción de cualquier país y conforma casi dos tercios del océano de todo el planeta. Afortunadamente, representantes de más de 190 Gobiernos participan en la Conferencia Intergubernamental de la ONU sobre la Biodiversidad Marina en Áreas fuera de la Jurisdicción Nacional para definir un tratado global que abordaría ese vacío crítico y requeriría evaluaciones contundentes sobre el impacto medioambiental de las actividades humanas en altamar .
Con dos sesiones de negociación aún pendientes, los Gobiernos ya tienen el trabajo organizado y deben ponerse de acuerdo en asuntos clave, como la manera en que el tratado operará con organismos regionales y globales, por ejemplo, organizaciones regionales de ordenación pesquera, la Organización Marítima Internacional y la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, para garantizar la conservación y el uso sostenible de las especies que habitan en altamar y transitan por allí.
Resulta fundamental que los miembros de la conferencia terminen de definir este tratado tanto para proteger uno de los últimos confines en estado natural de la Tierra como para ayudar a revertir la devastadora pérdida de biodiversidad que enfrenta nuestro planeta.
Liz Karan es directora del trabajo realizado por The Pew Charitable Trusts para la protección de la vida oceánica en el altamar.