Tres Razones Para Fortalecer y Extender la Protección en la Patagonia Chilena
Las áreas protegidas necesitan un monitoreo constante, financiamiento apropiado, e involucramiento de la comunidad local
Chile es uno de los países líderes a nivel mundial en protección del medioambiente; hoy día, el 21% de su territorio y 42% de su mar cuentan con algún nivel de protección.
Pero aún queda por hacer. Los dejamos con tres razones -de muchas que hay- de por qué tenemos trabajo pendiente para proteger la Patagonia chilena, uno de los últimos grandes espacios prístinos del planeta.
1. Las áreas protegidas deben ser más que “parques de papel”.
La mayoría de las áreas protegidas son reconocidas por la legislación, pero no tienen un manejo de conservación real. A estas áreas naturales que no tienen presupuesto asignado, gestión, infraestructura, personal, ni el apoyo de la comunidad necesarios para detener la degradación del ambiente, se les llama “parques de papel”.
Las áreas protegidas, luego de recibir la designación legal, necesitan un monitoreo constante, una gestión adecuada, financiamiento apropiado, involucramiento de la comunidad local, y la prevención de posibles impactos negativos como actividades extractivas a escala industrial, asegurando así su objetivo principal de conservación de la biodiversidad.
2. Las áreas marinas protegidas son oceánicas, no costeras ni aguas interiores.
Las áreas marinas protegidas son superficies de mar que se designan para fines de conservación y protección de su hábitat y para el uso sostenible de los recursos naturales que albergan.
Chile es uno de los cinco países del mundo que cuenta con la mayor área de su Zona Económica Exclusiva bajo estatus de conservación – 1 millón 600 kilómetros cuadrados. A pesar de esta importante cifra, el 97% de estos kilómetros se encuentran en entorno de islas oceánicas, muy alejados de las costas continentales.
Así, menos del 3% del mar costero e interior del país tiene algún nivel de protección, y ese porcentaje disminuye a menos de un 1% en algunos ecosistemas de la Patagonia.
Para conservar ecosistemas es necesario entenderlos como un todo, mar y tierra interconectados y, por lo tanto, debieran contar con niveles de protección proporcionales.
En países como Chile, que cuenta con un extenso borde costero, los acercamientos a la protección ecológica en donde el mar y la tierra están disociados implican mayor costo y peor efectividad en el manejo, pérdida de oportunidades de sinergias y menos beneficios sociales que podrían alcanzarse si existiera un manejo integrado.
3. Las áreas protegidas pueden ser fuentes de ingreso para el país y dinamizadoras de las economías locales.
Las áreas protegidas han demostrado globalmente ser un gran aporte a la economía local y nacional.
En Costa Rica, por ejemplo, hay estudios, como uno de la Academia Natural de Ciencias de Estados Unidos, que muestran cómo la conservación ayudó a la reducción de la pobreza. Investigadores compararon los cambios en económicos de comunidades aledañas a las áreas protegidas (comunidades portal) y otras comunidades similares, más alejadas. Más de dos tercios de la reducción de la pobreza se dio en las comunidades portal gracias al desarrollo de actividades económicas asociadas a las áreas protegidas, como el turismo.
Otro ejemplo es Perú, donde en el 2017 se crearon 36 mil puestos de trabajo en las comunidades portal y el turismo dejó ganancias por sobre las 40 veces lo que el gobierno invirtió en la protección de estas áreas, según un estudio de Conservation Strategy Fund.
El sostenido y exponencial crecimiento del turismo vinculado a las áreas protegidas en regiones de la Patagonia, como Los Lagos, Aysén y Magallanes, imponen la urgente necesidad de mejorar la conservación dentro estas áreas.
Pew está comprometido a apoyar al Gobierno de Chile en cuidar, de forma integral, las áreas protegidas en mar y tierra en beneficio de sus habitantes y de la biodiversidad del planeta.
Francisco Solís Germani dirige el trabajo de The Pew Charitable Trusts en la Patagonia Chilena.