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Durante los últimos años, los administradores de pesquerías de atún en todo el mundo han comenzado a usar estrategias de captura, o procedimientos de ordenación, ya que ofrecen un enfoque más predecible y estable que la práctica tradicional de la inicial evaluación de población y la posterior negociación de cupo (muchas veces controvertida). En gran medida, la eficacia de las estrategias de captura depende de que los administradores primero fijen una serie de objetivos de ordenación para la pesquería y para la población, y de que luego usen un proceso denominado «evaluación de estrategia de ordenación» (MSE) para seleccionar una norma de control de captura que tenga más probabilidades de alcanzar esas metas.
Acordar los objetivos de ordenación puede ser uno de los pasos más desafiantes del proceso, pero hacerlo desde un principio ayuda a garantizar que las metas definan la selección final de una norma de control de captura. Aunque los objetivos legislativos o de convenciones de las pesquerías a menudo se expresan en términos generales, el proceso de desarrollar estrategias de captura requiere que se describan en un vocabulario que sea significativo, específico y aceptable para los administradores, para los participantes y para los científicos. Un proceso repetitivo de realizar sugerencias y pruebas puede ayudar a desarrollar la comprensión mutua sobre los objetivos operativos.
Las organizaciones regionales de ordenación pesquera (OROP) de atún suelen estar guiadas por un mandato global de sostener a las poblaciones (biomasa, o B) en el nivel que produzca el rendimiento máximo sostenible (BRMS), o bien por encima de este. El enfoque de estrategias de captura permite que los administradores identifiquen objetivos de ordenación adicionales (como estabilidad de la pesquería), que pueden servir para determinar no solo el estado objetivo de pesquerías y poblaciones, sino también las condiciones que evitar, como la sobrepesca del reclutamiento (situación en que los peces adultos se agotan al punto de que la población no se puede reabastecer).
Los administradores de la Comisión del Atún del Océano Indico han tomado la delantera los últimos años, gracias a su delineación de cinco categorías básicas de objetivos de ordenación que se deben considerar cuando se formula la estrategia de captura1. Estas categorías ahora se consideran también en los océanos Atlántico y Pacífico:
Sin embargo, los posibles objetivos no se limitan a estas categorías y pueden reflejar otras metas específicas a una pesquería, como la preferencia por ciertos tipos de equipos de pesca que conlleven tasas menores de captura accesoria. Además, ciertas estrategias de captura pueden incluir varios objetivos en la categoría «estado», la más amplia de las cinco debido al abanico de posibilidades, incluidos objetivos de biomasa, de tasa de mortalidad por pesca y programas de reconstitución.
Siempre que sea posible, los objetivos deben ser específicos y mensurables, con plazos en los que se prevén lograrlos y con niveles de riesgo aceptables, de forma que el sistema de ordenación pueda evaluarse y modificarse según sea necesario. Esto es especialmente cierto para las categorías de objetivos relacionadas con el estado y la seguridad (p. ej.: un riesgo del 5 % de sobrepasar el punto de referencia límite, o bien el 75 % de probabilidades de reconstitución de BRMS dentro de los 10 años). Los términos no definidos, como «altas probabilidades» o «en el menor tiempo posible», están sujetos a la interpretación y causan una falta de claridad que complica las negociaciones de ordenación.
Ciertos objetivos de ordenación entrarán en conflicto con otros, como por ejemplo, maximizar la captura y, simultáneamente, minimizar las posibilidades de sobrepasar el límite de biomasa. Por lo tanto, los administradores deben otorgar distinto peso a diversos objetivos y considerar contrapartidas a la hora de seleccionar la norma de control de captura final. Si bien las pesquerías ofrecen comida, empleo y beneficios económicos para muchos, estas prestaciones solo se logran si se mantienen la salud y la productividad biológicas. En consecuencia, deben ponderarse los objetivos de ordenación con el fin de garantizar grandes probabilidades de que se logren los objetivos del estado y de la seguridad de una pesquería. Cualquier esfuerzo por alcanzar otras metas no debe comprometer el logro de esos objetivos. Los diagramas de redes (también denominados gráficos radiales, gráficos radiales multicriterios o diagramas de telaraña) son una herramienta para representar las contrapartidas que se suelen considerar en el proceso de MSE (consultar Gráfico 1).
Fijar objetivos de ordenación brinda la posibilidad de que una pesquería tenga una dirección clara, lo que beneficia a los pescadores gracias al aumento de transparencia y previsibilidad. Cuando se cuantifican, los objetivos de ordenación pueden medir los resultados de la estrategia de captura, que, a su vez, permiten que científicos y administradores evalúen la eficacia del programa. Si se los adopta de forma temprana en el proceso de formulación estrategias de captura, los objetivos de ordenación establecen la visión para la pesquería y brindan mecanismos para medir el éxito de la estrategia a largo plazo.