Los ríos y los humedales de los EE. UU. proporcionan una multitud de beneficios, entre ellos, regulación del clima, agua potable, hábitats para peces y vida silvestre, recreación y oportunidades económicas, culturales y científicas. A pesar de estas ventajas, las autoridades federales y estatales han protegido de manera formal muy pocas de las 3,5 millones de millas de ríos estadounidenses. En la actualidad, menos del 1 % de los ríos se preservan como parte del Sistema de ríos salvajes y paisajísticos nacionales.
Además, más de 90.000 diques y sistemas de desvío han alterado el cauce natural de los ríos en toda la nación, lo que reduce la calidad del agua, interrumpe la distribución de sedimentos y nutrientes y daña las poblaciones ictícolas y las comunidades que dependen de ellas para su supervivencia.