El Océano Austral, es decir, la masa de agua que rodea a la Antártida, es una de las últimas áreas inexploradas del planeta. El cambio climático y la creciente presión de la pesca ponen en riesgo a esta vasta área y a sus especies icónicas, como son pingüinos, ballenas y focas.
La solución: cumplir el compromiso adquirido por la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) de crear una red de áreas marinas protegidas (AMPs) que salvaguarden la última frontera oceánica, antes de que sea demasiado tarde.