La Patagonia chilena es reconocida internacionalmente por la importancia de sus extraordinarios y relativamente prístinos ecosistemas. Con sus bosques primarios, turberas y fiordos que son altamente resilientes frente al cambio climático, el área sirve como un gran sumidero de carbono que incluso es reconocida como “refugio climático”.
Los 1.251 ríos de Chile, sin embargo, están completamente desprotegidos, sin leyes ni otros mecanismos para salvaguardarlos1.
La degradación de ríos y otros sistemas acuáticos a nivel global—debido al consumo humano, minería y actividades hidroeléctricas, entre otras—está disminuyendo progresivamente la capacidad de las comunidades locales para contar con agua potable y alimentos limpios. Y aunque los sistemas de agua dulce sólo cubren el 1% de la superficie terrestre, albergan el 10% de todas las especies conocidas y un tercio de los vertebrados2. Es más, la ONU señala que las especies de agua dulce se están extinguiendo más rápido que las especies marinas o terrestres3.
Esto llevó a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza a llamar a los gobiernos en 2020 a “trabajar con la sociedad civil, las comunidades, los grupos indígenas, el sector privado y otros para identificar, restaurar y proteger los ríos o tramos de libre flujo, y sus ecosistemas asociados, que proporcionan servicios esenciales o resiliencia en un clima cambiante” y a “equilibrar el desarrollo mediante la promulgación de protecciones legales duraderas y una mejor gobernanza de los ríos, incluyendo protecciones de amortiguación ribereña”4.
La protección a largo plazo de estos grandes espacios naturales poco intervenidos es crucial además para que comunidades locales puedan contar con aire puro, agua potable, comida, regulación climática, y la subsistencia con mayor bienestar. Pero la sola creación de áreas protegidas no es suficiente para salvaguardar uno de los ecosistemas que conecta distintas geografías en su flujo vital: los ríos. Según estudios recientes, cuando los ríos fluyen libres, sin interrupciones, los beneficios de los que pueden disfrutar las comunidades son incluso más acentuados5.
La falta de protección jurídica de los ríos de Chile constituye una grave amenaza, dada la alta vulnerabilidad del país a los impactos climáticos, como inundaciones, aluviones, sequías e incendios forestales, así como a la contaminación y el agotamiento excesivo de los recursos hídricos6.
La buena noticia es que casi todos los ríos de la Patagonia chilena siguen siendo caudalosos y están relativamente intactos desde el punto de vista ecológico. Pero la mala noticia es que las presiones sobre los ecosistemas de agua dulce de la región van en aumento.
Debido a que actualmente existe una oportunidad para implementar medidas de conservación para los ríos del país, los ecosistemas de agua dulce asociados y sus cuencas hidrográficas, en 2021. The Pew Charitable Trusts—junto con el Programa Patagonia Austral de la Universidad Austral de Chile—comenzó a apoyar los esfuerzos existentes y a las organizaciones dedicadas a proteger los caudales de agua dulce en cuencas hidrográficas seleccionadas y a establecer una base para una protección más amplia y duradera del agua dulce en la región.
Este trabajo ha incluido la evaluación de las herramientas legales para la protección, evaluaciones científicas de la biodiversidad de agua dulce y de las estrategias potenciales por cuenca hidrográfica, y el desarrollo de una descripción de ríos patagónicos que requieren protección, comenzando con tres ríos: Futaleufú, Puelo y Serrano.
El proyecto, en el que también participa el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia, espera sintetizar y evaluar la información sobre el estado de conservación de los sistemas acuáticos y las cuencas fluviales de toda la región. Además, se han concretado coaliciones con organizaciones no gubernamentales locales para fortalecer sus esfuerzos por conseguir avances en la conservación de las cuencas. El objetivo es extender el trabajo de colaboración a los gobiernos locales y regionales, cuyo apoyo será esencial para el éxito de los esfuerzos de conservación del agua dulce en la Patagonia chilena.
El trabajo en las cuencas del Futaleufú, Puelo y Serrano pretende ser un caso de estudio y referente para avanzar en la necesidad que existe a nivel nacional de mejorar las protecciones permanentes y restauraciones necesarias de las aguas dulces de Chile, como para enfrentar los desafíos que la crisis climática y la escasez hídrica plantean en los próximos años.
Se encuentra en la Región de Los Lagos, la más septentrional de las tres regiones de la Patagonia chilena. Futaleufú significa “río grande” en la lengua indígena mapudungun y consecuentemente tiene uno de los mayores volúmenes y caudales más rápidos de Chile, fluyendo por una cuenca que va desde el lado argentino de los Andes hasta el Lago Yelcho y el Pacífico, cubriendo unos 11.000 kilómetros cuadrados (4.250 millas cuadradas). Sus valles están tallados por glaciares y rodeados de bosques nativos, y sus rápidos lo convierten en un destino de rafting y kayak de clase mundial con alto valor recreativo.
Ubicado en la Región de Los Lagos, nace en el lago de mismo nombre en Argentina, y fluye hacia Chile a través de los Andes y desembocando en el estuario del Seno de Reloncaví por lo que las aguas de este río son vitales para la calidad del ambiente marino del estuario. El Puelo tiene una alta relevancia ambiental y cultural para las comunidades aledañas, es sustento para pequeños agricultores, arrieros y ganaderos, y su valor paisajístico lo ha convertido en una fuente laboral relevante en la región. Este es uno de los cinco ríos más caudalosos de Chile, por lo que su cuenca ha sido objeto de varios proyectos hidroeléctricos que no han prosperado pero que siguen siendo una de las mayores amenazas latentes al flujo libre del Puelo.
La cuenca del Río Serrano, que abarca aproximadamente 378 kilómetros cuadrados (145 millas cuadradas), se encuentra en la Región de Magallanes. Se extiende por casi toda la superficie del Parque Nacional Torres del Paine—uno de los destinos turísticos más populares de Chile—tierras privadas adyacentes y parte del Parque Nacional Bernardo O’Higgins. Entrega agua dulce y nutrientes a los estuarios situados dentro de la recientemente declarada Reserva Nacional Kawésqar. En este sentido es uno de los aportes de agua dulce más importantes para esa área marina por lo que es también de gran importancia para mantener la calidad de este sistema estuarial de gran riqueza ecológica.