En el corazón de Sudamérica, dos áreas naturales enormes y florecientes (el Pantanal y el Gran Chaco) requieren protección para seguir proporcionando refugio y rutas migratorias a innumerables especies salvajes, conservar los servicios fundamentales de regulación del clima y preservar el rico patrimonio cultural y los medios de vida de los habitantes. Una nueva colaboración pretende garantizar la protección de este paisaje integrado que abarca 123 millones de hectáreas divididas entre Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay.
Los humedales tropicales del Pantanal y los bosques secos del Gran Chaco desempeñan un papel crucial en el mantenimiento de la estabilidad medioambiental regional (y, de hecho, global) y en la preservación del hábitat de miles de especies, entre las que se encuentran algunos de los mamíferos más grandes del continente, como el jaguar, el oso hormiguero gigante, la nutria gigante de río, el lobo de crin y el tapir.
Además, estas tierras son el hogar de al menos nueve pueblos indígenas con una larga tradición de gestión conservacionista (los ayoreos, los chiquitanos, los guaraní, los ishiros, los kadiwéus, los tapietes, los tobas, los weenhayey y los wichís), muchos de los cuales, a pesar de su enorme riqueza cultural, viven en condiciones sociales y medioambientales muy vulnerables. Asimismo, los medios de vida y tradiciones de cientos de familias locales dependen del buen estado de estos ecosistemas, que van desde el ecoturismo y la ganadería en pastizales naturales hasta la pesca y la agricultura de subsistencia.
En asociación con gobiernos nacionales, locales e indígenas, el trabajo de The Pew Charitable Trusts en esta nueva iniciativa (el proyecto de conservación del Pantanal y el Gran Chaco de Sudamérica) se está ejecutando a través de la colaboración con socios estratégicos que cuentan con una amplia experiencia en la región. El proyecto procura construir, elevar, y expandir los esfuerzos que ya están en marcha, para mejorar los estándares de gestión de las áreas protegidas públicas y privadas clave, apoyar la ordenación territorial indígena con el fin de fomentar la conservación y el uso sostenible, apoyar un estándar para la ganadería sostenible en el Pantanal y potenciar los mecanismos de financiación de la conservación a largo plazo para garantizar una protección duradera. Un aspecto central de este trabajo será el respeto a la autonomía de los pueblos y organizaciones indígenas, así como a sus derechos sobre los recursos y territorios.
La fase inicial del proyecto se centra en la protección de grandes áreas de bosques, sabanas y humedales en Bolivia y Brasil para 2027. En Bolivia, ya se está trabajando para mejorar la gestión de las áreas protegidas en estrecha colaboración con organizaciones locales, como Nativa, Natura y WWF Bolivia.
Del mismo modo, Pew colabora con ORÉ, una organización que cuenta con una amplia experiencia en la conservación impulsada por los pueblos indígenas, para apoyar la ordenación sostenible de los territorios indígenas. En Brasil, Pew colabora estrechamente con el Instituto de Pesquisas Ecológicas para promover estándares de ganadería sostenible y evaluar la gestión de las áreas protegidas.
Pew también empezó a colaborar con organizaciones locales en áreas ecológicas clave, como el trabajo de Panthera para realizar una evaluación y la colaboración con agencias estatales para ampliar las protecciones a lo largo del río Cuiabá, un área crítica del hábitat del jaguar. Otra organización, Ecoa (Ecologia e Ação, es decir, Ecología y Acción), trabaja con las comunidades pesqueras a lo largo del río Paraguay para que la gestión tradicional obtenga un mayor reconocimiento y apoyo gubernamental.
Aunque los ecosistemas del Pantanal y del Gran Chaco son distintos, ambos se relacionan entre sí. El Pantanal es el complejo de humedales tropicales más grande del mundo y abarca 18 millones de hectáreas aproximadamente. Los humedales (en especial los de este tamaño) son fundamentales para el suministro de agua dulce del planeta y también contribuyen al control de las inundaciones y la estabilidad climática. Los incendios, la deforestación y el cambio climático no solo son una amenaza para la vida silvestre, sino que también afectan a numerosas comunidades, como los ganaderos, cuyo sustento depende de que los pastizales nativos estén intactos. Las familias indígenas también dependen de la zona para la pesca y la caza, y como fuente de madera, frutas y verduras silvestres y plantas medicinales.
Con una extensión de más de 106 millones de hectáreas, el Gran Chaco es la segunda ecorregión de bosques más grande de Sudamérica, después del Amazonas, y el mayor bosque seco tropical del mundo. La rápida expansión de la agricultura industrial provocó una grave deforestación en el Gran Chaco, pero la ecorregión aún conserva una enorme franja de bosques intactos, que desempeñan un papel fundamental en la estabilización del clima. Los ecosistemas forestales y áridos del Gran Chaco están sujetos a sequías prolongadas, pero los humedales, los estuarios y los ríos de la zona tienen un clima más estable durante todo el año y ayudan a sostener la vida, incluso cuando las áreas cercanas se marchitan. Esto ocurre especialmente en el caso de los ríos Pilcomayo y Parapetí, de los que dependen cientos de agricultores, ganaderos y familias indígenas para obtener agua y otros recursos naturales y, en muchos casos, incluso para su sustento. Los grandes mamíferos, como los jaguares, los tapires y los pecaríes, también dependen del ecosistema del Gran Chaco.
El cambio climático, junto con la aceleración de la deforestación y la intensificación de los incendios forestales, es una amenaza cada vez mayor para la biodiversidad y el sustento de los habitantes del Pantanal y del Gran Chaco. En 2020, unos incendios forestales sin precedentes quemaron casi un tercio del Pantanal. Y en el ya muy fragmentado Gran Chaco, cada año se pierden unas 100.000 hectáreas de bosque por la expansión agrícola y ganadera.
Conservar los ecosistemas del Pantanal y el Gran Chaco representa un enorme reto para los gobiernos, los habitantes de la zona, las organizaciones locales y la sociedad en general. La alta demanda mundial de materias primas de la región, como la soja y la carne de res, supone un costo muy alto para la salud del planeta y afecta directamente a los productos forestales y a la calidad de vida de los habitantes locales. La agricultura industrial está desplazando a muchas personas indígenas de sus tierras de origen, las poblaciones de especies salvajes están disminuyendo y se está poniendo en peligro la regulación climática y los recursos hídricos de la región. Sin embargo, hay esperanza de revertir estas tendencias: varias entidades gubernamentales y locales se esfuerzan por promover el desarrollo sostenible y proteger el patrimonio natural y cultural de la región.
El nuevo proyecto pretende proteger las tierras silvestres del Pantanal y el Gran Chaco en Bolivia promoviendo la conservación y el uso sostenible en varios frentes. Entre ellos se encuentran el desarrollo de mecanismos de financiación de la conservación a largo plazo para una protección duradera, la mejora de la ordenación de áreas protegidas nacionales, como los parques nacionales Kaa Iya y Otuquis en Bolivia, el apoyo a la gestión territorial indígena por parte de los pueblos chiquitanos, guaraní y ayoreos, y la ayuda al Gobierno Autónomo Guaraní Charagua Iyambae para conservar sus áreas protegidas.
Asimismo, en Brasil, el proyecto pretende proteger los humedales del Pantanal y ayudar a promover la conservación y el uso sostenible mejorando la ordenación de las áreas protegidas a nivel local, ampliando la protección de áreas ecológicas clave, diseñando y aplicando estrategias de sostenibilidad financiera para los parques, apoyando la gestión territorial indígena e implementando normas de ganadería sostenible para proteger la ecorregión del Pantanal en los estados de Mato Grosso y Mato Grosso del Sur.
Mantener la funcionalidad y las condiciones del sistema hidrológico del Pantanal y el Gran Chaco (y preservar la conectividad de los bosques intactos y los pastizales naturales de la zona) es fundamental para la visión de este nuevo proyecto. Al tiempo que crea una presencia activa en cada país, Pew identifica soluciones basadas en la ciencia, mantiene colaboraciones bien coordinadas y en expansión con organizaciones locales y socios indígenas y realiza consultas respetuosas para ayudar a alcanzar estos objetivos, que son vitales para el bienestar de las personas de la región y de todo el mundo.
Natalia Araujo trabaja con The Pew Charitable Trusts en su proyecto de conservación del Pantanal y el Gran Chaco de Sudamérica.