Ubicadas en el Océano Pacífico a 660 millas (996 kilómetros) de Ecuador, las Islas Galápagos son un refugio clave para alrededor de 3.000 especies marinas, entre ellas, ballenas, delfines, tiburones, lobos marinos, rayas, tortugas marinas, atunes y peces tropicales. El archipiélago, que pertenece a Ecuador, tiene una de las concentraciones de especies endémicas (es decir, especies que no se encuentran en ninguna otra región) más altas del planeta. Sin embargo, esta región enfrenta las amenazas del cambio climático, la sobrepesca y el declive de la salud general de los océanos, en parte, debido a varios años de incremento de la pesca comercial. En 2020, se detectaron casi 300 buques internacionales de pesca industrial (frente a 60 buques en 2018) que pescaban en la frontera de la zona económica exclusiva de Ecuador, lo que suscitó preocupación respecto de la presión adicional ejercida sobre los recursos marinos ecuatorianos, que ya se veían afectados por el aumento de la pesca comercial doméstica.
En 1998, Ecuador estableció la Reserva Marina de Galápagos (RMG), en virtud de la cual se restringió la pesca y otras actividades extractivas en el 12,4 % de las aguas que rodean las islas. Esta restricción benefició al ecosistema marino, a la industria pesquera y a la comunidad local, a pesar de las predicciones de posibles daños económicos expresadas por el sector de la pesca industrial. Ahora los expertos creen que aumentar estas protecciones permitiría resguardar aún más las especies migratorias en peligro, con un impacto mínimo sobre los pescadores ecuatorianos.
Según datos de un análisis publicado en 2017, durante los 10 años posteriores a la creación de la RMG, que cubre 133.000 kilómetros cuadrados y permite la pesca artesanal en algunas áreas, la productividad de los pescadores comerciales de atún aumentó casi el doble en las zonas contiguas al área protegida. El aumento de la productividad se puede atribuir en gran parte al “efecto derrame”, que ocurre cuando las especies pueden reproducirse y crecer plenamente en las áreas protegidas y luego se desplazan fuera de estas áreas, donde pueden ser capturadas de forma legal.
Los investigadores también concluyeron que es posible que la reserva haya aumentado las poblaciones de peces disponibles para la flota de pesca de atún de Ecuador y haya contribuido a mitigar los efectos del declive de las poblaciones globales de atún causado por la sobrepesca. De hecho, según datos del banco central de Ecuador, entre 1998 y 2018, el tamaño de la flota ecuatoriana de buques cerqueros aumentó casi el triple (de 40 buques a 116), mientras que la exportación de atún creció en un 67 %.
El turismo es la base de la economía de las Islas Galápagos, motivado por personas que desean conocer la icónica fauna silvestre de la región, cuya principal atracción suele ser la megafauna altamente migratoria: tiburones, rayas, tortugas marinas, mamíferos y aves marinos, entre otros. Los expertos afirman que el éxito de la región a largo plazo depende de conservar la salud del ecosistema marino y la biodiversidad del lugar. Para proteger las rutas migratorias críticas de estas especies clave, es necesario contar con poblaciones más sanas y abundantes, lo cual también podría beneficiar las actividades turísticas de la región y de otras zonas cercanas.
La actual RMG ofrece protecciones importantes para algunas especies altamente migratorias, como tiburones, tortugas y aves marinas, y se necesita hacer mucho más. De hecho, el estado de conservación de la mayoría de las especies migratorias amenazadas de la región empeoró desde los comienzos del siglo XXI. Desde la implementación de la RMG, se tiene un conocimiento científico mucho más extenso sobre la biología y los patrones de movimiento de estas especies, y estos datos pueden usarse para implementar las nuevas protecciones.
A fines de 2020, un equipo de científicos provenientes de Ecuador y otras partes del mundo desarrolló una propuesta en la que se detallan distintos escenarios orientados a fortalecer las protecciones alrededor de la RMG, garantizando al mismo tiempo que las áreas de pesca más productivas permanezcan abiertas a la industria pesquera ecuatoriana. La propuesta mantiene abierto el acceso a las zonas de pesca más productivas por parte de la flota de pesca industrial de Ecuador. Solo una pequeña porción del valor de captura total de la flota (menos del 5 %) debería provenir de otras áreas a fin de mantener los ingresos actuales. Sin embargo, con el tiempo, la flota también podría beneficiarse del mismo efecto derrame que se observó cerca de la actual reserva marina.
Asimismo, es posible que los pescadores artesanales de las Galápagos consigan peces más grandes y abundantes a un costo potencial de pesca más bajo y mejores precios, y se beneficien de un mejor sistema de cumplimiento y una menor actividad de pesca ilegal.
Los galapagueños expresaron amplio apoyo a la expansión de la RMG. Según una encuesta reciente, el 87 % de los encuestados expresó que el aumento de las protecciones marinas beneficiaría a la comunidad local. Entre tales encuestados, el 62 % definió el aumento de las protecciones de las especies marinas como un beneficio potencial, mientras que el 52 % dijo que la ampliación de las protecciones redundaría en mayores recursos pesqueros para la comunidad local. Los encuestados también mencionaron el turismo, las mayores oportunidades económicas y la mejora de los servicios medioambientales como los posibles beneficios que podría significar una reserva marina más grande.
Las recientes ampliaciones de las áreas marinas protegidas (AMP) en otras regiones respaldan este optimismo. Por ejemplo, un análisis reciente demostró que la industria de atún hawaiana se benefició de la ampliación de dos grandes AMP: el Monumento marino nacional de las islas remotas del Pacífico y el Monumento marino nacional de Papahānaumokuākea.
Hay cada vez más consenso entre los líderes globales, los grupos indígenas y los científicos en torno a la necesidad de proteger y conservar, por lo menos, el 30 % de las áreas costeras y marinas del planeta para 2030, a fin de garantizar y conservar la salud y resiliencia de los océanos frente al cambio climático y mejorar la seguridad alimentaria, entre otras cosas. Ecuador expresó su compromiso con este objetivo, y el hecho de ampliar la actual RMG es una oportunidad para que los líderes de la región se acerquen a la meta de proteger el 30 % de las aguas ecuatorianas. El proyecto Legado para los Océanos de Pew Bertarelli respalda la implementación y ampliación de áreas marinas protegidas de gran escala, y está trabajando con los Gobiernos, la comunidad local y otros socios de las islas Galápagos a fin de salvaguardar uno de los ecosistemas marinos más icónicos del planeta.
Ashleigh Cirilla es administrador senior y Luis Villanueva es funcionario. Ambos apoyan el trabajo en las Galápagos del Proyecto Legado para los Océanos de Pew Bertarelli. Susana Cárdenas y Alex Hearn son investigadores en la Universidad San Francisco de Quito y contribuyeron ampliamente al análisis económico de 2018 sobre la actual Reserva Marina de Galápagos y la propuesta para ampliarla.