En una expedición a la isla de Georgia del Sur, un miembro de The Pew Charitable Trusts exploró la historia natural y cultural de este lugar remoto y accidentado, hogar de una de las más altas concentraciones de vida silvestre en la Tierra. Tres publicaciones del blog describen de su viaje y observaciones.
Parte Uno: Cerca del fin del mundo, un ecosistema comienza tímidamente a regresar
Las Islas Georgia y Sándwich del Sur, azotadas por el viento, remotas e inhóspitas, albergan una biodiversidad y una historia cultural dignas de ser protegidas.
Parte Dos: La caza de ballenas y lobos marinos definió a Georgia del Sur, pero luego se desplomó
En 1788, unos 13 años después de que el explorador británico Capitán James Cook desembarcara en Georgia del Sur en el Océano Atlántico Sur, llegó el primer cazador de focas. Hacia 1825, la matanza de lobos marinos para aprovechar su piel se traducía en una cifra aproximada de 1,2 millones de ejemplares, y hacia 1912 la industria peletera del lobo marino había llegado a su fin, junto con la casi extinción de la especie en Georgia del Sur.
Parte Tres: Pingüinos, hasta donde alcanza la vista
La isla Georgia del Sur y las vecinas islas Sándwich del Sur albergan un cuarto de los pingüinos del planeta, además de decenas de millones de parejas reproductoras de otras aves marinas y gran cantidad de focas y ballenas, dos animales que casi desaparecen de la región a manos de la caza en los siglos XVIII y XIX.