© Corey Arnold
La gestión de las poblaciones de peces alrededor del Reino Unido fue un tema candente en el debate del Brexit, incluso llevando a escaramuzas posteriores al referéndum en el río Támesis. Ahora que el gobierno del Reino Unido ha proporcionado una notificación formal para dejar la Unión Europea y comenzar a planificar su vida fuera de ella, los políticos, el público y todo aquel implicado en la pesca ha intensificado su atención sobre cómo el Brexit afectará a la administración de las pesquerías.
Hasta ahora, la mayoría del discurso se ha centrado en quién ganará y quién perderá en la recomposición de las políticas acerca del acceso a las aguas y las poblaciones de peces. Esos temas seguirán siendo puntos centrales de las discusiones que se avecinan y podría estar estrechamente vinculado con la relación comercial futura del Reino Unido con la UE. Intentar predecir el resultado de ese proceso es probablemente inútil, así que utilizaré esta publicación para abordar otros elementos de la política de pesquerías del Reino Unido posterior al Brexit que deberían reformularse.
Un buen punto de inicio serían los pronunciamientos del ministro de las pesquerías del Reino Unido, George Eustice, quien tanto antes como después del referéndum, enfatizó que el Reino Unido seguirá necesitando gestionar pesquerías sostenibles, a través de cuotas, para lograr un rendimiento máximo sostenible. El RMS es una referencia establecida que los gestores de las pesquerías de todo el mundo utilizan para obtener el máximo rendimiento posible de las poblaciones de peces sin poner en peligro su sostenibilidad a largo plazo.
Eustice también ha destacado que el compromiso del Reino Unido para finalizar con el derrochador desecho de peces y para mantener la cooperación internacional en la gestión de las pesquerías, principios apoyados por el informe de la Cámara de los lores sobre las pesquerías después del Brexit, que también incluía una recomendación sobre que los ministros deben "someterse a la obligación" de seguir el consejo científico.
Aunque todo eso suena bien, el complejo y emotivo debate sobre la salida del Reino Unido de la UE y su Política Pesquera Común (PPC) ha dejado a muchos preguntándose qué riesgos existen en el futuro de las poblaciones de peces del Reino Unido y la subsistencia de sus pescadores.
En los márgenes de este intercambio, he leído algunas sugerencias potencialmente alarmantes. Por ejemplo, las llamadas inevitables para obtener más "flexibilidad" en la política de pesquerías cuando el Reino Unido deje de estar ligado a la PPC podría derivar fácilmente en la sobreexplotación pesquera de algunas poblaciones de peces o la sobrepesca continuada de otras por un poco más de tiempo. En el fondo de la PPC yacen plazos críticos en base a los acuerdos internacionales y los objetivos de desarrollo sostenible de las naciones unidas que se remontan a décadas; lo más notable es el compromiso de los gobiernos para acabar con la sobreexplotación pesquera para 2020 como muy tarde. Mediante el cumplimiento de ese compromiso, el Reino Unido tiene una oportunidad para materializar las ventajas económicas de finalizar con la sobrepesca, recientemente estimada en 83 000 millones de dólares al año globalmente.
También he escuchado llamadas para abolir las cuotas, al menos de algunas partes de la flota del Reino Unido. En su lugar, los gestores de las pesquerías utilizarían una herramienta mucho más contundente e incierta para intentar juzgar cuántos "días en el mar" equivalen a niveles seguros de capturas. Sin embargo, ese enfoque ya ha fracasado en el mar Mediterráneo, donde aún continúan los alarmantes niveles de sobrepesca y el impacto socioeconómico asociado de la mala gestión de las pesquerías. Correr tal riesgo con las poblaciones de peces del Reino Unido sería un paso hacia atrás para un país que ya lleva un largo camino mejorando la gestión de las pesquerías.
Además, el gobierno del Reino Unido ya ha probado esas aguas, realizando un pequeño estudio de un enfoque basado en los días en el mar en 2008 y 2009 que tuvo que detenerse pronto porque las capturas de algunas especies se dispararon rápidamente en ausencia de cuotas. Los gestores de las pesquerías concluyeron en ese momento que la pesca sin restricciones era arriesgada. Esto no debe haber sido una sorpresa: Los capitanes de incluso los botes pequeños se jactan con razón de su eficacia capturando pescado, y los funcionarios sentados en una oficina no siempre pueden juzgar de forma precisa los "días" teóricos que equivalen a un nivel sostenible de mortalidad pesquera.
Merece la pena recordar que el Reino Unido y sus ciudadanos jugaron un importante papel en la reforma de la PPC de la UE hace solo unos años, precisamente para superar algunos fracasos pasados. El debate hasta ahora muestra un fuerte deseo por hacer bien esto y evitar otro retroceso para las pesquerías del Reino Unido tras el Brexit.
La flexibilización de las reglas para permitir capturar más peces como respuesta al Brexit podría derivar en unos pocos meses productivos para el sector, pero a ello le seguiría con casi toda seguridad el daño económico que conlleva la sobreexplotación pesquera. Además, esto no facilitaría las negociaciones con la UE sobre las poblaciones de peces compartidas.
Es vital que los responsables de la toma de decisiones del Reino Unido aprovechen al máximo las oportunidades que el Brexit podría brindar para poner en práctica una gestión de pesquerías líder en el mundo, en lugar de adoptar políticas arriesgadas que podrían revertir el progreso obtenido durante los años, independientemente de quién capture el pescado.
Andrew Clayton encabeza los esfuerzos de The Pew Charitable Trusts para acabar con la sobreexplotación pesquera en la zona noroccidental de Europa.